Cata y degustación
El chocolate es un producto delicado, frágil y vivo, tanto a la hora de elaborarlo como en su degustación y conservación.
Su fragilidad tiene que ver, sobre todo, con las materias primas que lo componen y como han sido tratadas a la hora de elaborar el chocolate.
El chocolate evoluciona a lo largo del tiempo según sus condiciones de conservación. Los chocolates son muy sensibles al calor (sol, fuentes de luz, calentadores, hornos o ventilación), a la humedad, a las variaciones de temperatura (puertas abiertas, aire acondicionado, cambios bruscos de temperatura,…) y a los olores.
Por lo tanto, es importante observar algunas reglas de conservación:
- No conservar el chocolate en la nevera o en el congelador. Los cambios de temperatura pueden dar lugar a la afloración de grasa y esta grasa natural del chocolate puede absorber olores de otros alimentos. Además, la humedad y el frío blanquerían la superficie del chocolate y la pondría áspera. Sin embargo, una capa blanca o gris, con la condición de que sea ligera, no afecta las calidades gustativas del chocolate.
- La temperatura ideal de conservación está entre 16 y 19ºC, con una humedad relativa del 55%.
- Conservar el chocolate en un sitio fresco y seco, alejado de olores fuertes. Evitar los cambios bruscos de temperatura que ocasionan el blanqueamiento de la superficie del producto.
Consejos para su degustación:
- El chocolate debe conservarse degustarse entre 20 y 22°C. A temperaturas más altas el aroma dulce destaca sobre el sabor a cacao. A temperaturas más bajas de 20ºC, el frío impide el desarrollo del aroma de cacao.
- Antes de consumirlo debemos mantenerlo a temperatura ambiente durante una media hora para así poder apreciar todos sus matices. Hay que tener en cuenta que el chocolate frío sólo nos aporta el 20% de los sabores que podemos encontrar al degustarlo a la temperatura correcta.
- La superficie del chocolate debe de ser brillante, y su rotura será seca y limpia.
- Apreciar su aroma al abrir el paquete. Al ponerlo en la boca dejarlo fundir despacio y masticarlo en pequeños trocitos paladeándolo lentamente. ¡Disfrutarlo!